sábado, 26 de diciembre de 2020

Un minuto de silencio y al mismo tiempo ....

 Un minuto de silencio para acallar algunas voces, externas e internas.


- Cuando comenzó el confinamiento, los gobernantes se presentaban frente a cámara, de a dos o de a tres, sin bozal (perdón, barbijo, mascarilla), Luego alguien les habrá tirado de la oreja y comenzaron a usarlo.
- Insisto con esto (en publicación anterior): a ningún gobernante le tembló el pulso a la hora de dar carta blanca para que una multitud se amontonara a despedir a su ídolo. No pareció tan peligroso.
- Miles de personas relacionadas con comercios, pequeñas empresas y pequeños emprendimientos independientes tuvieron que contener la respiración durante semanas y semanas porque alguien "nos estaba cuidando". Mientras tanto, no faltaron programas de televisión con sus conductores en vivo. No pareció tan peligroso.
- Primero dijeron que vacunarían a “personas de riesgo” (otro de los estigmas del momento). Equivalente: mayores de 60 o de 65 años, además de otras. Luego salió la información de que esa vacuna (la rusa) no era apta para mayores de 60. 


¿Qué tal una pizca de coherencia y honestidad? En esto, oficialismo y oposición, dos caras de una misma moneda. Y la prensa acompañando con su complicidad. Paradójicamente, en el llano continúa jugándose el juego de las simpatías y aversiones político-partidistas donde se compite por defender a unos o a otros. Mientras el juego persista, no podremos parecernos a una sociedad de bienestar, porque mientras esto ocurre, esos unos y esos otros hacen lo que se les canta. Si el juego termina, seremos un poco más libres. 


    
Y al mismo tiempo  …..

                ..... está esa otra realidadla que de verdad nos puede hacer  libres. Esa verdad, tangible en otro plano, a la que muchos en el mundo apostamos, sin que esto signifique que no nos estemos debatiendo interiormente, día tras día, acerca de cómo llevar adelante este devenir de la historia, absteniéndonos de falsos gurúes y de discursos oficiales. 

Y es que el ser humano sorprende con su capacidad, su creatividad, su rompimiento de cadenas, su grandeza.
 
        
    



                                                 Claudia M. Monasterio

martes, 22 de diciembre de 2020

Un minuto de silencio y después . . .


Un minuto de silencio: 

  • Por quienes murieron este año en la soledad de un hospital, por covid o por cualquier otra cosa. Quiero imaginar que alguien - una enfermera, un médico tal vez-  les ofreció una mirada compasiva. Seguramente así fue y va un minuto de silencio para todos ellos que habrán sentido la impotencia del momento.
  • Por quienes se quedaron con la congoja de no poder acompañar a un ser querido en sus últimas horas y por quienes ni siquiera pudieron ver el cuerpo de este familiar, incluso no habiendo sido el covid la causa de su fallecimiento (tengo nombre y apellido). Y aun si la causa hubiese sido esa, ¿cuál era el riesgo? ¿Que el muerto estornudara? Nunca podré justificar estas acciones.
  • Por quienes murieron debido a la desatención médica (tengo nombre y apellido) por no presentar los únicos síntomas "que tenían permiso". Nunca podré justificarlo.
  • Por quienes padecieron el pánico de no saber qué hacer ante algún malestar que no respondiera a los síntomas atendibles o por tener que suspender las citas médicas.
  • Por las personas mayores residentes en geriátricos, que de un día para el otro se encontraron privadas de una visita. No puedo justificarlo.
  • Por quienes padecieron la soledad más que nunca.
  • Por quienes perdieron su trabajo, su negocio, su emprendimiento.
  • Por todas las personas anónimas que no dudaron en asistir a quienes lo necesitaban.
  • Por quienes se pasaron meses y meses solamente esperando que la pesadilla terminara y también por quienes supieron usar la "coyuntura" para encontrarse con su interioridad mientras lidiaban con el afuera.
  • Por todas las personas que hicieron lo posible para que el terror no se convirtiera en el gobernante de lo cotidiano.
  • y la lista continúa ......


¿Por qué no puedo justificar lo que para mí fueron salvajadas en este larguísimo tiempo de confusión? Porque, por ejemplo, mientras eso ocurría, el fútbol fue habilitado (¿para entretener a las masas?), lo cual claramente significa reunión de personas (los jugadores). Mientras estos actos de desamor ocurrían, el ídolo murió y se dio carta blanca para que una multitud se amontonara a despedirlo. Y no tengo nada en contra del ídolo ni de esa multitud.

Yo misma fui protagonista de un hecho médico que me podría haber mandado "al otro barrio" (como dicen en España) y si todavía estoy acá no será para quedarme callada, le guste a quien le guste.

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        Un minuto de silencio 


                           y después...


                                     un minuto eterno de luz




                                                            Claudia M. Monasterio

viernes, 18 de diciembre de 2020

El señor de la calesita

Una tarde, bastante cálida, preparé el equipo de mate y me dirigí con entusiasmo a mi jardín adoptado: la plaza que tengo a dos cuadras. Era día feriado y de a poco el lugar se fue poblando de otros que, como yo, iban en busca de aire y arbolitos. De pronto, ¡la novedad! ¡La calesita volvía a funcionar! Qué deleite ver al señor que la administra desde hace quién sabe cuántos años, corriendo las cortinas que la mantuvieron escondida durante meses y quitando las cubiertas que tapaban los juegos, esos que se agitan cuando les colocás una ficha, como si la ficha les otorgara vida. Pienso en Gepetto y Pinocho. ¿Será este hombre un émulo de Gepetto? Mmmm, no sé, nunca me inspiró mucha simpatía, por así decirlo, y no sólo porque en una ocasión me sacó carpiendo del caballito que había elegido con la excusa de acompañar a Antonia (que no necesitaba compañía).

(En la plaza. Año 2017) 


 ¿Y qué habrá estado haciendo este señor todos estos meses? ¿Habrá extrañado su actividad cotidiana?  Fue entonces cuando mi imaginación, como siempre, se presentó sin pedir permiso. 

Ahí estaban, fueron mostrándose, caballos, autos, perritos, algún dragón, un león. También las imágenes estampadas en los paneles que cubren la maquinaria. Peter Pan, Mickey, Dumbo.... ¿Quién dijo que estos cuerpos de madera  y algún otro material pasaron largos meses de aburrimiento ahí adentro? ¿A quién se le ocurrió insinuar que la soledad pudo haber mantenido a estos personajes prisioneros de la nostalgia? ¡Nada más equivocado, señores y señoras! ¡No se imaginan la fiesta que hemos vivido aquí! Casi como si nos hubieran enviado al espacio en una cápsula... Al principio, nos miramos los unos a los otros extrañados. Sí, los primeros momentos nos sentimos desorientados; incluso nos mirábamos con una cierta desconfianza, pero después.... después .... ¡no pueden imaginarse lo que vino después! Un festival de magia y risa. Un desfile de sorpresas fueron  llegando a nosotros en carrozas de color oro y rubí. Hadas resplandecientes nos susurraron secretos en el alma haciendo que nuestros ojos se abrieran a más no poder de tanta admiración. Los mensajes nos fueron cautivando, en tanto el espacio habitado se tornaba cada vez más sutil, como una gasa transparente. Y claro, luego no queríamos regresar. ¡Que nunca volvieran a hacernos girar y girar hasta marearnos! ¿Para qué, si nos encontrábamos tan bien allí ahora?  Una vez más, como al comienzo, volvimos a mirarnos los unos a los otros, extrañados, desorientados,  desconcertados, inquietos por lo que vendría. Y el día tan temido llegó. Sin embargo, cuando la cortina se corrió y la primera vuelta apenas dio el primer envión, lo entendimos todo, recordamos los mensajes susurrados y fue allí que se nos presentó el sentido de cada una de esas vueltas.


- ¿Y Gepetto? Digo.... ¿el viejo de la calesita?
- Ah, eso pregúntenle a la que escribe. 


¿El señor de la calesita? Pues, con esa mirada cascarrabias es quien le abre las puertas a la magia.


CLAUDIA M. MONASTERIO

 

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Si querés, abrazame

 Si querés, abrazame.💖

No te impongo distancia😷, no te tengo miedo.

No me mires de costado, no soy tu enemiga. Te necesito. 

No sos mi enemigo. Contagiame tu confianza, desafiemos la gravedad. 

Volemos alto, bien alto, bien lejos de la orquesta monocorde.

Hagamos nuestra propia fanfarria.

Que suenen nuestras trompetas acallando el clarinete que nos quiere callar.

Honremos la verdad.🙏

Abrazame si querés.💚💙💛



jueves, 3 de diciembre de 2020

¿Y SI EL MENSAJE HUBIERA SIDO OTRO?

 Dice Bruce Lipton en el libro "La biología de la creencia" (se puede encontrar en PDF), que cuando el organismo se sitúa en "modo protección" durante un período prolongado, esta actitud inhibe la producción de energía necesaria para la vida. Sí, un estilo de vida en alerta continuo compromete  en forma grave nuestra vitalidad. Para graficarlo, nos comparte este ejemplo. Imaginemos un grupo de atletas dispuestos para iniciar una carrera de velocidad. Ya se encuentran en la línea de salida y  cuando escuchan la voz de "¡En sus puestos!" apoyan las manos y las rodillas y ubican sus pies del modo necesario. A continuación, el juez grita "¡Listos!" y ellos contraen sus músculos mientras se elevan apoyados sobre las puntas de los dedos de las manos y de los pies. Sus cuerpos liberan adrenalina a fin de fortalecer los músculos para lo que viene. Mientras se contienen esperando que llegue el ¡Ya!, sus cuerpos se tensan anticipándose a la carrera. Esa tensión dura un segundo o dos hasta que se escucha la voz de salida. Ahora bien, en nuestra hipotética carrera de la vida cotidiana .dice Lipton-, el grito de ¡Ya! no llega nunca.

A partir de aquí, reflexiono sobre algo que me parece básico: ¿Y si al toparnos con esta llamada pandemia, en lugar de apabullarnos con una piñata lanzafuegos, nos hubieran dado otro mensaje? ¿Si en lugar de inspirarnos terror, regalándonos el parte diario de muertos e infectados, hubieran planteado las cosas de otra manera? Podrían habernos dicho, por ejemplo: Miren, parece que hay un virus nuevo del que no sabemos nada, excepto que se asemeja a una gripe fuerte, por lo cual puede requerir un cuidado especial, especialmente para quienes tienen su salud delicada. Les aconsejamos que consulten con sus médicos de confianza para recibir asesoramiento acerca de cómo mantener el sistema inmunológico en alto, porque sabemos que ese es un factor importante que a todos nos puede ayudar a estar sanos, ahora y siempre. Hacer algo de ejercicio y estar al aire libre son buenos colaboradores también y, sobre todo, focalicemos en las cosas que nos entusiasman y permanezcamos lo más cerca posible de nuestros afectos. Les iremos informando a medida que vayamos sabiendo más. ETCÉTERA.

Los seres humanos somos creativos, de eso no hay duda. Por lo tanto, hay muchas maneras saludables de  informar y de advertir si es necesario. Y, sobre todo, con honestidad. No tengo mucho más para decir aquí al respecto, excepto que realmente pienso que si no se hubiera sembrado el pánico, las consecuencias colaterales (sobre las que no tengo ganas de explayarme) habrían sido menores. Existe eso de lo que tanto se habla desde hace un tiempo: la resiliencia. Ya lo creo; si no fuera así, ¿quién podría sobrevivir a los horrores de una guerra? "Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos", dicen que dijo el grande Viktor Frankl, ante quien me inclino con humildad, y de esto también hablan varias corrientes de pensamiento espiritual. Sea como fuere, si es posible ayudar a evitar la sobrecarga de estrés, ¿por qué no hacerlo?



(Foto tomada de Internet)

Y sí.....



Claudia M. Monasterio


De la incoherencia a la cohesión: el año del lavarropas

Motivada por algunos hechos, me encontré un día pensando que la impunidad, sostenida en el tiempo, hace que la humanidad se estanque, simple...