jueves, 3 de diciembre de 2020

¿Y SI EL MENSAJE HUBIERA SIDO OTRO?

 Dice Bruce Lipton en el libro "La biología de la creencia" (se puede encontrar en PDF), que cuando el organismo se sitúa en "modo protección" durante un período prolongado, esta actitud inhibe la producción de energía necesaria para la vida. Sí, un estilo de vida en alerta continuo compromete  en forma grave nuestra vitalidad. Para graficarlo, nos comparte este ejemplo. Imaginemos un grupo de atletas dispuestos para iniciar una carrera de velocidad. Ya se encuentran en la línea de salida y  cuando escuchan la voz de "¡En sus puestos!" apoyan las manos y las rodillas y ubican sus pies del modo necesario. A continuación, el juez grita "¡Listos!" y ellos contraen sus músculos mientras se elevan apoyados sobre las puntas de los dedos de las manos y de los pies. Sus cuerpos liberan adrenalina a fin de fortalecer los músculos para lo que viene. Mientras se contienen esperando que llegue el ¡Ya!, sus cuerpos se tensan anticipándose a la carrera. Esa tensión dura un segundo o dos hasta que se escucha la voz de salida. Ahora bien, en nuestra hipotética carrera de la vida cotidiana .dice Lipton-, el grito de ¡Ya! no llega nunca.

A partir de aquí, reflexiono sobre algo que me parece básico: ¿Y si al toparnos con esta llamada pandemia, en lugar de apabullarnos con una piñata lanzafuegos, nos hubieran dado otro mensaje? ¿Si en lugar de inspirarnos terror, regalándonos el parte diario de muertos e infectados, hubieran planteado las cosas de otra manera? Podrían habernos dicho, por ejemplo: Miren, parece que hay un virus nuevo del que no sabemos nada, excepto que se asemeja a una gripe fuerte, por lo cual puede requerir un cuidado especial, especialmente para quienes tienen su salud delicada. Les aconsejamos que consulten con sus médicos de confianza para recibir asesoramiento acerca de cómo mantener el sistema inmunológico en alto, porque sabemos que ese es un factor importante que a todos nos puede ayudar a estar sanos, ahora y siempre. Hacer algo de ejercicio y estar al aire libre son buenos colaboradores también y, sobre todo, focalicemos en las cosas que nos entusiasman y permanezcamos lo más cerca posible de nuestros afectos. Les iremos informando a medida que vayamos sabiendo más. ETCÉTERA.

Los seres humanos somos creativos, de eso no hay duda. Por lo tanto, hay muchas maneras saludables de  informar y de advertir si es necesario. Y, sobre todo, con honestidad. No tengo mucho más para decir aquí al respecto, excepto que realmente pienso que si no se hubiera sembrado el pánico, las consecuencias colaterales (sobre las que no tengo ganas de explayarme) habrían sido menores. Existe eso de lo que tanto se habla desde hace un tiempo: la resiliencia. Ya lo creo; si no fuera así, ¿quién podría sobrevivir a los horrores de una guerra? "Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos", dicen que dijo el grande Viktor Frankl, ante quien me inclino con humildad, y de esto también hablan varias corrientes de pensamiento espiritual. Sea como fuere, si es posible ayudar a evitar la sobrecarga de estrés, ¿por qué no hacerlo?



(Foto tomada de Internet)

Y sí.....



Claudia M. Monasterio


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