viernes, 1 de mayo de 2020

¿Justo o injusto?

Suele admirarse a figuras como Jesús, la Madre Teresa y otros,  porque, entre sus inmensas virtudes -esas que no tienen prensa-, se encuentra la de haberse entendido en serio con los marginales, los despreciados por la sociedad santa e impoluta. 

Solemos conmovernos cuando una película nos cuenta la historia de alguien que vivió en el barro más  embarrado haciendo cosas deplorables, hasta que un día, algún hecho o alguna persona posiblemente sin proponérselo, contribuye a que en el corazón de ese ser humano vibre el deseo de transformar su estigmatizada existencia porque ahora ve que hay una salida, otra opción. Lágrimas de emoción pueden deslizarse por nuestros rostros quizás hasta arrugados en gesto de dolor. Emoción con principio y final, como ocurre con las emociones. Sensibilidad limitada a las medidas de la pantalla y a la duración de la peli.  Lo demuestra el hecho de que luego, alejados de la ensoñación romántica, si un juez, en pleno proceso de pandemia,  decide que se le dé prisión domiciliaria a algunos presos (muchos de ellos con prisión preventiva desde hace años, o condenados por delitos leves, o porque están viejos), una multitud enardecida por lo infame de la decisión judicial, se pone de acuerdo para hacer estruendo con sus cacerolas en señal de repudio.  Repudio porque, ¿cómo es que esos desgraciados (hdp dicen algunos, como si se tratara de una marca) a los que encima estamos manteniendo, reciben un beneficio, mientras nosotros seguimos pagando nuestros impuestos,  trabajamos honradamente y, sobre todo, SOBRE TODO, nunca le hemos hecho mal a nadie? Si fuera una película, seguramente veríamos a uno o más de sus protagonistas, encarnando una historia bien humana, de esas que hacen latir tu corazón  muy profundamente. Pero no es Netflix,  Donde yo vivo, escuché anoche mucho más ruido de latas golpeadas  con fervor que lo que he escuchado por aplausos a las nueve de la noche. Parece que la queja tiene más rating.  Me entristece. Quizá sería más honesto admitir que uno se reacciona así porque en realidad tiene miedo. Creo que eso ofrecería un campo más apto para indagar y alcanzar alguna verdad.

No tengo argumentos para decir si la decisión del juez Violini es acertada o no. Como cualquier decisión tomada por cualquier persona, es discutible. No obstante, la reacción tan inmediata de tanta gente me estremece. 

En una circunstancia como ésta, mi mente se siente acosada por ese tremendo sustantivo, no casualmente calificado como abstracto: justicia. Con qué frecuencia brota de nuestros labios el trino verbal  "No es justo" y me quedo pensando en las veces que yo misma he tenido esa sensación y en las veces que lo he escuchado. Me quedo pensando en lo relativo de cualquier afirmación y en la historia que hay detrás. La historia de cada persona que lo dice, la historia de cada persona que delinque, la historia de cada persona que se siente ultrajada por las decisiones ajenas, la historia de cada persona que no quiere ver sus propias corrupciones, la historia de cada persona que toma una decisión polémica, la historia de cada persona que calla y la de cada persona que habla. La historia sin fin. 

¿Cómo se hace cuando ese sustantivo abstracto se convierte en concreto y es imposible que complazca a todo el mundo?

                                      Claudia M. Monasterio
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(Infobae, 22/4/2020)

- Se trata de una resolución en la que se ordenó que mientras dure la pandemia se le otorgue el arresto domiciliario a los presos que son grupo de riesgo y que están detenidos por delitos leves y que se analice la situación de otros internos.
- .....por el hacinamiento no hay aislamiento posible que se pueda aplicar como medida de sanidad
.- .... quienes tengan condenas firmes que se vencen en el transcurso del año y quienes con condena firme tengan penas que no superen los años años de prisión y que durante el 2020 cumplieron o lo hagan con el requisito de acceder a la libertad condicional
- Los presos en situación de riesgo ante el coronavirus -que son mujeres embarazadas y con niñas/os, personas mayores de 60 años y con enfermedades graves como las oncológicas, pulmonares, tuberculosis, diabetes y HIV- son 2.300, según un primer listado que aportó el Ministerio de Justicia de la provincia.

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