martes, 19 de mayo de 2020

¿El fin de la democracia?

Los gobiernos se han ocupado de cuidarnos del virus, algunos con más eficiencia que otros. Me pregunto: ¿Seremos lo suficientemente sabios para cuidarnos  de otros asuntos que causan más perjuicio que un virus? La megaminería, torres de alta tensión, la contaminación de las aguas, la falta de agua, la desnutrición, por citar lo primero que se me va ocurriendo. Hay asuntos que requieren de una severísima atención, pero no la tienen pues causan menos revuelo que el llamado COVID, ya que las muertes que provocan son silenciosas y no se producen al por mayor como parecería ser con el personajito que hoy tiene al mundo en vilo.

 Está claro que no son los gobiernos los que van a protegernos del avance impertinente de la anti ecología; por lo tanto, deberemos tomar cartas en el asunto, de un modo más contundente que el que quizá  venimos aplicando, como si se tratara de una sociedad que ha crecido y que sabe que no tiene por qué someterse a decisiones que no sólo no promueven su bien estar sino que son atentados contra la vida. Y esto me lleva al tema que me interesa desde hace años y para el cual recientemente he encontrado un nombre.

Sí, hace años que me escucho pensando sobre la necesidad de que la forma de gobernar el mundo gire 180 grados. Y eso que en mi interior comenzó como necesidad, vertiginosamente se tornó en urgencia. Todo me ha ido susurrando –luego, vociferando -, como en un sueño profundo, acerca de una forma de vida desplegada en el marco de una economía de cooperación, respaldada por un sentido comunitario, ausente de corporaciones fagocitadoras que monopolicen los mercados, y presente, muy presente, de pequeñas y medianas empresas con participación y responsabilidad compartida,  micro emprendimientos,  sensibilidad hacia lo natural, no como obediencia ciega a un eslogan circunstancial, sino como resultado de un despertar de conciencia acerca de que ahí está la vida en su plenitud. La naturaleza en casa: en las relaciones, en la alimentación, en la salud, en el acompañar el crecimiento de los hijos.  Una forma de vida en la que lo holístico se exprese en la educación tanto como en la medicina, ambas al alcance de la sociedad toda, exenta de privilegios, con verdadera participación de los ciudadanos. Un sistema social donde se favorezca el mejoramiento de la vida de todos los habitantes, apelando a la responsabilidad individual y al ejercicio del pensar. Una sociedad donde el que se quede afuera no lo hará por no tener los medios para acceder, sino porque lo ha elegido. En fin, da para largo.

Llevo un rato observando que lo que llamamos democracia no lo es tanto. ¿Acaso los ciudadanos votamos las leyes? ¿Acaso usamos las herramientas que nos corresponden para exigir que se cumpla lo prometido? Sin duda, es un sistema que estuvo bien para una larga época de la historia, aportando todo lo que pudo, pero que  ya nos queda chica, pues aunque en ocasiones sigamos camuflándonos detrás de una adolescencia 

Cuadro de Antonio Varas de la Rosa
Cuadro de Antonio Varas de la Rosa

 civil que no quiere retirarse, Peter Pan se puso viejo y ya nadie le cree. Pues bien, como decía antes, hace poco -en este tiempo que comenzó como cuarentena y está debutando como sesentena-, encontré que eso que vengo soñando tienen un nombre: ontocracia


Y si no es exactamente lo que vi en mis sueños, se le parece bastante, pues implica que el ser recupere su poder; que el individuo desarrolle  su potencial y lo ponga al servicio del conjunto. Significa que cada persona se reconozca ser humano, sienta la fuerza de su interior y desee compartir su plenitud con la de sus prójimos. 


Juan Diego Monasterio. Trabajo en lápiz.


Sé que en el vasto territorio del planeta hay muchos seres humanos encarnando esta esperanzadora realidad a través de sus iniciativas. Son esas "noticias" que la industria mediática pretende ignorar, pero quegracias a la globalización tecnológica (que tiene su luz y su sombra), podemos llegar a conocer. Es esa parte de la realidad que me reconforta y me confirma que el mundo camina hacia allí. Quizá yo no llegue a verlo en gran escala, pero saber que está ocurriendo me dibuja una sonrisa indescriptible.



                                    Claudia M. Monasterio

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