“los astros se rieron otra vez,
la llave del mandala se quebró…”
(Un vestido y un amor, Fito
Páez)
Imagino al señor y la señora Universo diciéndose una al otro: Resistieron
bastante, ¿eh? No creíamos que sería tanto…
Un día, en alguna época, la distorsión
comenzó por el TENER. Tener ciertas cosas era como adquirir un título de
nobleza; como comprarlo, en realidad. Claro, muchos se quedaron fuera. Tiempo
después, cuando gran cantidad de esos que se habían sentido marginados empezaron a integrarse
a la dinámica del tener, aunque sin título de nobleza, se hizo urgente y
necesario modificar las reglas. Entonces, los honores fueron adquiriéndose a
través del HACER. Hay que hacer este curso, esta gimnasia, este tipo de yoga,
este tipo de meditación, este tipo de vacaciones, este tipo de sexo, este tipo
de música, este tipo de curso espiritual…… ¿Y todo para qué? Para PERTENECER.
(imagen tomada de Diario Castellanos) |
Entonces, muchos privilegiados pasaron a pertenecer.
Fueron pertenecidos por el sistema que no los dejó en paz, porque cada día de
la vida, a toda hora, les fue lanzando zanahorias, una tras otra, obligándolos
a correr más y más y más. Rebuznando y corriendo, rebuznando y corriendo …..
hasta que la carrera se tornó frenética
en esa pretendida e imposible sinergia entre el tener y el hacer.
Entonces, un día, cuando todos estaban bien,
bien distraídos, llegó un amigo invisible que se dio a conocer como el señor virus.
Y el mundo se detuvo.
¿Qué hacemos ahora?, se preguntaron, se
desesperaron algunos, se pusieron creativos otros… Y cuando pasó el tiempo y
vieron que al señor virus no lo podían manejar, porque no lo veían y no sabían
dónde podía estar… y cuando pasó el
tiempo y comprendieron que ahora todos pertenecían, se les ocurrió que quizá había otra manera de
hacer y de tener. Y apareció el SER.
Los astros sonrieron y se sentaron a observar
con compasión cómo en el planeta Tierra se tejía otro mandala.
Claudia M. Monasterio
No hay comentarios.:
Publicar un comentario