lunes, 6 de abril de 2020

¿Castigo o desafío evolutivo?



En los años 80, cuando el HIV/Sida empezó a hacerse famoso y a darle de comer a un gran sector de la prensa y a quienes gustan vivir de la vida ajena, aquellos que lo portaban eran objetos de temor y marginación por parte de muchos otros que los miraban con aprensión y miedo. Hoy, gracias al virus éste famoso, somos todos objetos de desconfianza y de miradas recelosas. De nuestros vecinos, de las personas con quienes nos encontramos al hacer las compras, quizá hasta de parte de nuestros amigos y familiares. Ante tamaña pandemia de sospechas, no puedo dejar de preguntarme: ¿Tendremos la lucidez suficiente y necesaria para entender un poco de algo, ahora que en ésta estamos todos juntos porque no tenemos la opción de mirarlo de afuera como relajados espectadores? 

¿Será que ahora que estamos obligados a aislarnos nos estamos dando cuenta de cuán aislados de nuestra íntima verdad estábamos antes? ¿Nos daremos cuenta realmente de que estar separados no es vivir? ¿Se entenderá que globalización soy yo y es el otro, que es mi par, aunque parezca tan diferente, aunque se lo sienta tan extraño? ¿Estaremos dispuestos, individual y grupalmente, a crear conciencia del momento y nutrir nuestras pensamientos con nuevas verdades?  ¿Tendremos la intención de animarnos a compartir las riquezas de cada uno (las del alma además de las materiales) hasta llegar a experimentar la clase de expansión que eso puede producir?


Yo no estoy esperando que las cosas vuelvan a la “normalidad”. Yo espero, deseo, necesito y me preparo para que, cuando el temporal amaine, algo haya empezado YA a ser distinto, más allá de la "mano negra" que puede haber tirado esta bomba.














Claudia M. Monasterio

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